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San Salvador de Cantamuda

<u>San Salvador de Cantamuda</u> La provincia de Palencia posee algunas de las iglesias románicas más encantadoras del mundo. Evidentemente esta frase no es una afirmación que uno pueda demostrar; ni siquiera tiene sentido defenderla como cierta ante opiniones contrarias, pero en todo caso he querido empezar así para manifestar que subjetivamente pocos templos románicos me han producido las sensaciones que me produjeron aquellas iglesias, a veces pequeñas y perdidas en la montaña palentina.

Entre ellas se encuentra la de San Salvador de Cantamuda . La población de San Salvador de Cantamuda se encuentra cerca del límite con Asturias,a pie de la carretera que une Cervera con Potes y poco antes del puerto de Piedrasluengas; allá donde el Pisuerga es todavía poco más que un arroyuelo.

La iglesia románica de San Salvador de Cantamuda es del siglo XII fundada por Dª Elvira condesa de Castilla y sobrina de Fernando I.

Fué declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León en 1993.

San Salvador de Cantamuda hasta el siglo XVI se denominaba San Salvador de Campo de Muga de Pernía. El pueblo surgió alrededor de la Colegiata de San Salvador, fundada por la Condesa de Castilla Doña María Elvira, mujer del conde Rodrigo Guntis y sobrina de Fernando I, que en ella fue enterrada. Por ello fue patronato real hasta 1123 en que Alfonso VII la entregó a los obispos palentinos. La edificación actual debe datar del año 1185, cuando Alfonso VIII crea el condado de Pernía a favor del obispo D. Raimundo.



Tiene planta de cruz latina con cabecera triabsidal escalonada, una sola nave corta y crucero muy saliente. El exterior resulta un conjunto muy armonioso, de volúmenes bien definidos. El ábside central se articula horizontalmente mediante una sencilla imposta que recorre bajo los umbrales de los ventanales y verticalmente mediante dos pilastras prismáticas que suben hasta dicha imposta y sobre las que descansan parejas de finas columnas geminadas cuyos capiteles, de simples volutas, llegan hasta la cornisa. Los canecillos de las cornisas absidiales son de perfil de nacela, mientras que los del crucero y linterna están esculpidos con temas tales como hojas rematadas con bolas o piñas, palmetas estriadas, barriletes atravesados, rechonchos personajes y alguna esquemática cabeza animal.

A pesar de las reducidas dimensiones del conjunto, llama la atención lo completo del edificio: una espadaña con cuatro troneras y frontón triangular, así como una torre circular rematan una de las iglesias románicas de más sabor de la montaña palentina.

Cuando estuve visitándola me sorprendió un cable trenzado suministrador de energía eléctrica que, proveniente de un poste cercano, entraba en el edificio por la ventana de la torre circular. Una verdadera bofetada en el rostro para cualquier persona de mediana sensibilidad.

La iglesia está situada en las afueras del pueblo, lo que se agradece a la hora de valorar el entorno sin elementos extraños (cable eléctrico aparte), en su incólume soledad.



En el interior, destaca el altar, sostenido por siete columnitas cuyos fustes están decorados y que están coronadas con otros tantos capiteles, adornados igualmente con decoración de tipo geométrico o vegetal. La visión del ábside desde el interior con el altar en el centro proporciona un momento de placer estético poco común.

En todo caso, una joya que bien merece la pena el viaje.

Parte de la información está recogida de este sitio..

Respecto al curioso nombre de la población, D. Matías Barrio y Mier recoge el origen legendario de San Salvador en un largo romance titulado "La venganza del Conde". Por creerla infiel, había echado del castillo el conde D. Munio a su mujer Dña. Elvira al anochecer, en compañía de una criada vieja y muda, con la secreta esperanza de que se despeñasen al bajar por el camino. Consiguieron, sin embargo, llegar al valle y allí, de repente la criada empezó a hablar y cantar, ante la general admiración. Por eso se trocó el nombre de San Salvador de Tremaya en de Cantamuda. El conde reconoció su error y, en recuerdo, construyó dos santuarios, uno dedicado al Salvador y otro a Sta. María (en Lebanza).

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